CHAVIN DE HUANTAR
Es
clara mi vocación de cronista:
me
gusta contar mis viajes espirituales o
espaciales.
Ahora regreso de Chapín, al
comienzo
del llamado callejón de Conchucos,
que
corre paralelo al callejón de Huaylas.
Dos
cordilleras separan a Chavín
del mar
y otras dos corren al este y la separan
de la Amazonía. La voz
“Chavín” dicen que
viene
de Chaupín, que significa centro o punto
de
encuentro en quechua. Lo que sí sabemos es
que ahí
se encuentran las ruinas del más
sorprendente
florecimiento de América:
Chavín.
Los sacerdotes, no los guerreros,
generaron
este extraño culto, seguramente
vinculado
a la huachuma y sabe dios qué otras
plantas.
John Rick (arqueólogo de la
Universidad
de Stanford, que dirige ahora las
excavaciones
en las ruinas de Chavín) nos
hace
ver que las lápidas talladas no muestran
armas.
El templo, dice Rick, muestra
conocimiento
y convencimiento. Los chavín se
impusieron
porque fueron ingenieros del agua.
Desviaron
el río Mosna para hacer el patio
agua se
encuentran debajo del templo y en los
alrededores.
El templo se acaba de construir,
según
data científica, el año 800 a.C.
Sabemos
que Caral es más antiguo. Pero
no hay
rating de antigüedad. Cada sitio, cada
huaca
tiene lo suyo. Y el Templo de Chavín es
un
monumento a la creación. El arte Chavín,
que
alcanzó todo el Perú, que impuso el sello
de un
estilo, y que no lo hizo por la fuerza
sino
por el convencimiento. Los sacerdotes de
Chavín
seguramente viajaron a lugares remotos
y sus
artesanos enseñaron a labrar la piedra
y la
tierra, y sobre todo, a conducir el agua y
llevarla
por ductos cantando.
Nada
entendemos del mundo y de la
mente
de los Chavín, pero quizás, como dijo el
poeta
de las Huaringas, Dimas Arrieta, quizás
podemos
sentirlas, podemos exponernos a su
arte
magnífico, sus huancas maravillosas, la
imponente
arquitectura de sus templos. Quizás
el
Templo de Chavín en conjunto sea una gran
maqueta
ilustrando el manejo del agua.
No lo
dicen los arqueólogos, pero creo
que el
dios de Chavín es el dios del agua. Sus
sacerdotes
conocieron secretos en los que
sustentaron
su dominio espiritual sobre un
vasto
territorio. Es el florecer del conocimiento
que
levanta las voluntades para una obra
colectiva.
No cabe
comparar nuestra sociedad con
algo
tan remoto como Chavín. Pero para mí sí
hay una
moraleja: la cultura y la inteligencia
pueden
hacer más que la fuerza.
II
¿Qué
más decir del dios de Chavín? Las
cabezas
clavas (sólo queda una en el templo),
las
piedras grabadas, el obelisco Tello y sobre
todo el
lanzón, o la huanca, antropomorfizan
animales,
especialmente el otorongo, el águila
arpía y
las serpientes. Es el arte magnífico de
Chavín
que todos los peruanos hemos visto,
por lo
menos en reproducciones. El hombre se
hace
ahí animal y emparenta con la naturaleza.
El
hombre, el micro-cosmos, lo incluye todo
y se
vincula a todos los seres, seguramente en
base a
poderosos psicotrópicos, en particular
el
cactus San Pedro. La comunión del hombre
con la
naturaleza queda evidenciada en
esta
extraña escritura en piedra. Sobre su
significado
puede haber muchas hipótesis, pero
creo
que la fusión del hombre con la naturaleza
es
obvia ahí.
Sacerdotes
de la naturaleza, los Chavín
llevaron
su creación, su estilo, quizás su magia,
al
norte y al sur del Perú. John Rick sostiene
que no
se puede hablar de una cerámica o
una
cultura propiamente Chavín fuera
de
Chavín mismo…; los arqueólogos hablan de
estilos
“chavinoides”, por ejemplo en Ocucaje
o en
Paracas. Sea como fuere el “formativo”
de
Chavín se extiende ampliamente y marca la
creación
cultural por mil años. Los incas, otro
de los
grandes florecimientos del Perú pre-
hispánico,
duran a lo más 200 años; es verdad
que su
vida fue interrumpida bruscamente
con la
llegada de los españoles y la irrupción
del
cristianismo. Propiamente, ahí podemos
reconocer
recién al Perú nuestro, este país
mestizo
desordenado y conflictivo.
Pero
Chavín no será nunca una
antigualla
sino un gran florecimiento, una
obra
poética magnífica. Es poesía pura, aun
si
escapa a nuestra comprensión. Recuérdese
siempre
que poiesis significa hacer, obra
humana,
porque la naturaleza, decía Platón,
es obra
de arte divino. La creación humana
es
auténtico hacer, escuchando sin duda
a la
naturaleza, pero levanta las fuerzas y
educa a
un pueblo. Así los Chavín enseñaron
agricultura,
cerámica, orfebrería, textilería…
y nos
dejan ahí un monumento a la creación
que
será siempre sorprendente e inspirador en
la
gestación de una patria que todavía tenemos
que
construir.
Conviene
terminar con la insistencia
de Rick
en que estos no fueron guerreros sino
sacerdotes
o quizás, más que sacerdotes fueron
grandes
y pacíficos creadores, es decir, poetas.
Alberto
Benavides Ganoza
Lima,
junio 2012