Placa de oro de la colección Wagner que representa probablemente a un Dios del Agua de cuyos báculos salen plantas y frutos.
Estela recuperada por Marino GONZÁLEZ que representa igualmente a un personaje de cuyo báculo brotan plantas y frutos.
En una entrada del 4 de abril 2013, anunciábamos en nuestro blog la venta en la Sala Drouot en París de una placa de oro de la colección Benedicht Rudolf Wagner, de Ginebra.
Dicha placa fue vendida como perteneciente a la cultura Chavín a un coleccionista francés que prefirió mantener el anonimato.
Su atribución a Chavín despertó ciertas dudas, por ello a iniciativa de la Directora del Museo Nacional de Chavín de Huántar, Marcela OLIVAS WESTON, quisimos consultar a uno de los más grandes arqueólogos de nuestro país, el Dr Federico KAUFFMANN DOIG.
Lo que sigue es un resumen del intercambio que hemos tenido con el Dr KAUFFMANN DOIG.
El Dr KAUFFMANN DOIG ha identificado efectivamente la placa de oro Wagner como perteneciente al estilo Chavín y, tras un examen de la fotografía del catálogo, podría avanzar su autenticidad a un 95%.
Hace unos veinte años Marino GONZALEZ recuperó una estela en Chavín de Huántar donde se aprecia un personaje del que nacen plantas y frutos de su báculo, precisamente como en la placa Wagner. La imagen de esta estela fue publicada por el Dr KAUFFMANN DOIG en una de sus obras y que ahora reproducimos en nuestro blog.
En la placa de oro Wagner, podemos ver también frutos y plantas (difíciles de identificar pero que podrían ser mazorcas) que rodean al personaje y que parecen brotar precisamente de ambos báculos.
Si se tiene en cuenta que desde Tello los rayos de la estela Raimondi han sido interpretados como manojos de rayos - nos dice el Dr KAUFFMANN DOIG -, y que el rayo, trueno o kuri era al parecer una representación del Dios del Agua el personaje podría identificarse con esta divinidad suprema que desde tiempos inmemoriales recibía un sinnúmero de nombres. No sería raro por lo mismo que en alguna oportunidad - como la presente - se haya asociado los comestibles de la cosecha con los báculos.
Estaríamos, pues, ante una representación del Dios del Agua andino cuyo rostro distaba mucho se ser bondadoso y acogedor, sino más bien demoniaco.
Se trata, pues, de una pieza arqueológica de gran valor que ha pasado a las sombras de otra colección particular sin que nuestras autoridades culturales se hayan percatado.
Desde aquí agradecemos al Dr Federico KAUFFMANN DOIG por su colaboración.